CAPITULO 191 DONDE LAS DAN LAS TOMAN
“La política es como los toros, el presidente es el que da y quita orejas” Algunas faenas. como la de los olivareros, han de ser “por naturales y con la mano baja” y otras sirven para quitarse toros engañosos ,como las que hacía Manolete, “por estatuarios primero y en redondo después” y luego para los algodoneros como las de Gitanillo de Triana, “con capote pequeñito y rápido en redondo una y otra vez”...Así está Antonio, muy torero en el centro de la plaza o Ministerio.
Dio el golpe en la mesa que necesitaba para recuperar la confianza como Director General de Asuntos Agrarios. Era natural que se viniese arriba con los empujones necesarios y esta vez fue clave Suárez y Ochotorena que demuestra que tiene una gran confianza depositada en él. Valora la honradez y sabe como darle esa energía que necesita para fintar los golpes que le van a ir viniendo. Pero Antonio mientras consigue esa energía, lo pasa mal, se preocupa y se pone, como dice él, “triste” y ni la Milano con sus mejores palabras consigue que cambie de idea aunque el apoyo y cariño que ella le da le sostiene y calma.
Y es que Antonio de eso, no se puede quejar. Carlos le dedica un sincero “te quiero” en la noche de insomnio. No le confiesa que se quiere fugar pero quiere mantener una conversación de despedida con su padre de hombre-a casi hombre (todavía según Antonio le falta tener una buena barba). Antonio le dice a su Heredero que “hay que comerse la vida a bocaos”, “que hay formarse, leer mucho y aprovechar las oportunidades”. Gran conversación la que mantienen padre e hijo; son muchos años viéndoles crecer juntos, Carlos era tan pequeñito... y Antonio tenía tanto bigote...Seguro que aunque el chico siga rumiando su fuga no olvidará los buenos consejos de su padre.
Tampoco se le irá de la cabeza el bofetón que le espeta su madre cuando le pilla en plena fuga en la estación de autobuses. Carlos se quiere comer ese mundo a bocaos pero con demasiada impaciencia y Merche ante el peligro al que se exponía y la mentira reacciona así. Le duele más a ella pero en el fondo Carlos sabe que es merecido aunque una y no más. Madre e hijo luego hacen las paces bailando y queriéndose mucho pero poniendo un punto y aparte de respeto en sus vidas.
No es fácil criar hijos, que se lo digan a Miguel Alcántara que tiene una un poco discola, 3 pequeñas que mantener y un Matamulas que aguantar. En Cuéntame hay un Baby Boom, y Toni parece que se une al club y por fin con mucha ilusión. Le costó, como buen Alcántara se nos agobia pero luego le prima le felicidad de su mujer que aprende a convertir en suya y por la que va a luchar ante los problemas económicos que vienen. Toni sería un padrazo y no sólo Juana, que lo adora, lo sabe.
Quienes también viven su Lovestory particular son las dos Campanillas de Cuéntame, Valentina y la buena de Pili pero con dos finales bien distintos. La primera perdona apasionadamente a su anti “caballero andante”y la segunda se topa con un encantador sinvergüenza que le deja sin blanca y casi sin párroco.
Así que con tanto trajín, no me extraña que cada uno duerma sus noches de diferente manera pensando en sueños que se vuelven pesadilla, culpas que pesan diferente e impulsos viajeros y amorosos que apenas se pueden controlar.
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