Escena |
Teniendo todas las razones del mundo, Carlos no pudo dar a Karina una para no irse a los brazos de otro. ¡Qué crueldad! Se quedó sin palabras, le entró miedo, inseguridad, timidez, de todo. ¡Ay! al instante se arrepintió y se imaginó besándola locamente. Nos puso la miel en los labios ya que por un momento les vimos juntos. Qué malos son los celos, qué mal rato dan, qué tontos nos ponemos, pero también qué oportunos porque gracias a ellos se descubren muchas verdades. Estos dos se quieren, se dicen que se importan, pero no acaban de entenderse y de dar el paso. Todo un ni contigo, ni sin ti, numerosas volteretas que bordan Ricardo y Elena.