
Qué difícil era adquirir condones en aquella época para los jóvenes y primerizos amantes. Carlos y Karina continúan con ímpetú y a buen ritmo con su romance. Y qué divertido fue ver los lloros infinitos de Paquita cuando la confundíeron, según sus palabras, con una “puti”. Sin embargo, en este capítulo ha habido dos momentos concretos, dos adioses para siempre que llenaron de clase el capítulo: el del Gnomo y el Mariachi.