21 de marzo de 2011

CAP 215 (1aPARTE) ANTONIO " I WILL SURVIVE"


 CAPITULO 215 .fin de temporada. UNA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
“El barco se ha hundido”. Así le explicaba Merche a la pequeña María por qué no se iban de vacaciones en el mar. No hay un simil mejor para explicar en ese momento cómo se encontraba la familia. Merche tiene la habilidad de ver el vaso medio lleno. Sufre como la que más, pero hay personas que tienen esa gran capacidad de saber sobreponerse con entereza. Adoro que la Milano sea así porque equilibra mucho al matrimonio y porque es admirable. No hay duda de que sin ella perderíamos a Antonio. Es su salvavidas. Le inyecta cuando más lo necesita esa pizca de moral que muchas veces Antonio se deja en la guantera. Le apoya, le adora y le quiere pero también le pide  que no le mienta. Tiene razón, pero Antonio, entendámosle, quería protegerla y no defraudarla.


Antonio en este último capítulo de la temporada intenta resurgir de las cenizas. Es una auténtica montaña rusa emocional, sube y baja su estado de ánimo unas cuantas veces hasta que acepta definitivamente la situación. Es una auténtica búsqueda de sentido. La primera imagen del capítulo es de él con gesto mustio en la cama. Al escuchar las quejas de Miguel, algo se le remueve y se levanta con determinación  para ir a buscar al mejor abogado de Madrid. “Yo no me he gastado ese dinero”, decía furioso a Merche.  No se conforma porque lo ve injusto y por ello experimenta otro bajón  cuando el abogado le dice que no tiene nada que hacer.

DE LA RABIA A LA DESESPERADA
El encuentro con Rafael Prieto (Juanjo Puigcobé) le recuerda lo fácil y rápido que es ganar dinero jugando al póquer. Antonio aquí ya se nubla. Dolía verle disimular su ruina cuando el abogado le daba prioridad a su cita. Vemos en esa escena cómo no quiere contar su situación económica a su “amigo” muy  sorprendido de su estatus social.

Al volver a casa, no es capaz de decir la verdad a Merche. Se le partía el alma cuando esta le contaba el detalle de sus hijos de darles el dinero y de Herminia de volver a coser pantalones. Para ocultar la verdadera situación,  Antonio engaña y utiliza la buena voluntad de Desiderio para escabullirse a jugar. ( Genial Silvia Espigado y Roberto Cairo con el “Antonio tiene más misterios que una película de Fumanchú”) Con mucho efectivo en sus manos, el patriarca Alcántara va a jugárselo todo en una partida de chiribito. Fue muy bueno acompañarle en su tentación con el  “The Gambler" (el jugador) de Kenny Rogers.

Aquí es cuando parece que Antonio va a tocar fondo de un momento a otro si se sienta en la mesa de juego. Por fortuna, se horroriza al ver cómo Rafael pierde todo cuanto lleva y pensó en aquel Antonio que  hace unos años  casi pierde a Merche por lo mismo. Finalmente toma la decisión correcta y acude asustado a dar el dinero a su hermano Miguel  porque le  quemaba en las manos.

 En estas secuencias consiguen crear un gran intriga. Son tantas las indecisiones y miedos  del personaje que era difícil saber si iba a caer o no. Esta vez, una servidora, que tiene una fe ciega en la nobleza de Antonio, deseaba lo mejor pero imaginaba lo peor. Y no sólo yo, Merche, muy asustada  se imagina cualquier locura al ver que no llega al piso y entiende que sube a la azotea. Desesperada corre a buscarle y se lanza a sujetarle cuando se lo encuentra sólo y cabizbajo. La azotea siempre ha sido un bonito escenario de reflexión del matrimonio y una vez más, Imanol y Ana, nos regalan unas escenas brillantes valorando  su futuro.

UNA RUINA DESAFORTUNADA
Avergonzado por cómo iba a haber empeorado más las cosas, Antonio confiesa a Merche que la ruina es inevitable  y que no sabe qué hacer. Ante tanta impotencia, Merche le envuelve en un inmenso abrazo y le habla con franqueza, fuerza y cariño.

Antonio habrá sido un soberbio este año pero supo reaccionar y emprender un camino. Todo lo que ha ganado, nos han contado que es fruto de un largo esfuerzo. Pasó de ser ordenanza mayor, a jefe de ventas, a socio de la imprenta, a dueño de la misma, a empresario del año, a fundador de una revista, a candidato diputado por Albacete, a Director de un ministerio. Ahora, se estaba haciendo a la idea de que la política no era lo suyo, sólo quería disfrutar tranquilamente de sus logros con su Milano. No se lo merecen. Pero la vida...

Me resulta trágico. Antonio Alcántara es un personaje algo así como shakesperiano, como predestinado a acabar mal (espero que no). Le vemos constantemente enfrentarse a sus miedos con mucha intensidad: una vez lo hizo frente a si mismo en un espejo y “tocó fondo” y este jueves se vio como vagabundo pidiendo limosna. El miedo, en ambos casos, es el mismo, al fracaso y a no ser nadie. Esta vez no ha sido un don Pablo, ni se ha dejado engañar o se lo ha jugado todo. En esta ocasión ha sido la mala suerte en forma de crisis financiera la que se ha cebado con ellos. No ha habido ningún milagro en forma de San Genaro capaz de solucionarlo. Sólo la mera fuerza de voluntad y de encajar los golpes de la vida es capaz de poner en orden sus vidas.

EL PESO DE LOS AÑOS
Los años también les pesan a los Alcántara, esto me gustó mucho que lo reflexionaran.  Antonio dice un honesto “estoy muy cansado” pensando en tener que empezar de cero. Merche mirándole a los ojos asiente, pero le hace ver que están juntos y juntos saldrán de todo.

Cuanta química y cuanto entendimiento desprenden Imanol y Ana. Son muchos años de Cuéntame y sus escenas siguen siendo una delicia y un descubrimiento. Son excepcionales, muy generosos el uno con el otro. Logran que veamos, o que nunca olvidemos, lo mucho que se quieren la Milano y el Parriba, un amor de esos de toda la vida. Los últimos de Filipinas.

REMONTANDO
A la mañana siguiente comienza el resurgir de Antonio. Se levanta con fuerzas renovadas, muy simpático. Se arregla (siempre le ha gustado ir como un pincelillo) y se despide de Merche con un gran beso. Esta entereza enorgullece a su heredero Carlos al que le dedica unos versos preciosos: “Ven hijo, despierta, no te separes, que lleve tu espalda moza la cruz de mi historia vieja”.

Como curiosidad, estos versos forman parte de la Rosa del Azafrán, una zarzuela que el actor suele recordar porque de pequeñito actuó en ella con esa misma parte. Me gusta mucho escuchar a Imanol recitarla, es muy bonita,  y no es la primera vez que en Cuéntame se le escapa con disimulo. "Castilla la Nueva, llanura reseca, encinas leñeras..." lo ha dicho alguna vez.  En ese texto hay también una estrofa que incluí en mi refranero particular y que me recuerda mucho al personaje: “no sólo el caballero también los molinos sueñan”. Antonio tiene que seguir soñando para que su gente le vea.  Ejemplar la reflexión de la voz en off de Carlos al recordar el respeto que sintió por su padre en ese momento.

Así que con energía y con “dos cojones”, como se decía en twitter esa noche. Antonio toma rumbo a la cola del paro (formada por gran parte del equipo) a decir que tiene 56 años y que su última ocupación fue la de Director General de Producciones Agrarias del Ministerio de Agricultura. El primer plano final de Imanol Arias es espectacular: Antonio aguanta todos los créditos con gesto solemne y mucho coraje, y los termina con una mueca féliz y satisfecha. Todo genialmente arropado por el “I will survive” que nos decía que tenemos Alcántara para rato. En casa se nos escapó un aplauso.

ÁNIMO
Cuéntame quiere lanzar un mensaje de esperanza. Ha sido un final amargo y tristemente paralelo a la actualidad, pero optimista. Estos años no han sido en balde, los personajes han crecido y aprendido, no son los mismos, son hasta mejores. Han sabido tomar lecciones del abismo y del barco hundido han salvado las maletas.

Nuevos caminos y oportunidades se abren para los Alcántara. Un final que te deja con ganas de más y que sé que voy a recordar con mucho cariño. Culmina lo que yo considero una gran temporada. Bravo y enhorabuena. Se os quiere mangarrianes y milanos.

Música:
Gloria Gaynor "I will survive"
Kenny Rogers The Gamble (El jugador) 

2aPARTE "Y mientras en San Genaro...." aquí

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